domingo, 21 de noviembre de 2010

Mirar para recordar



Nos desnudamos con el pretexto perfecto, innecesario, pero perfecto: ¡hacía un calor infernal!
Me miraste de frente y tus ojos recorrieron mi cuerpo usando la misma ruta que siguieron después tus manos para sentir mi piel.
Besaste mi espalda con calma, sin pensar en el tiempo, la recorriste con tus labios y con tu lengua juguetona. Me besabas todo el cuerpo como si fuera la última vez, como si no hubiera otro día para hacerlo. Entonces, te detuviste para mirarme bien. Era como si quisieras recordar esa imagen para siempre -yo deseosa de ti- la imagen que traerías a tu mente cuando fueran malos tiempos, cuando faltara alguien en tu cama, cuando no tuvieras a quien querer...

Aquí uno de los textos "sexosos" que alguna vez prometí... espero no haber decepcionado a nadie, si lo hice pues ya qué... jeje.

sábado, 20 de noviembre de 2010

La loca de la sonrisa


Caminando por la calle encuentro cosas que me sorprenden y que me alegran el día; cosas que no vería si fuera en un carro o en un camión. Y no es que desprecie los viajes sobre llantas, de hecho también me encanta viajar en autobús o carro y ver a la gente desde mi ventana, pero ese no es el punto.
Nada se compara con caminar tranquilamente, sin ningún pendiente, atenta a los ruidos, a la gente, a los olores, a la calle, etc. Ese punto intermedio entre caminar a prisa sin observar y caminar tan lento que no se llega a ningún lado es el punto perfecto.
Camino a la tienda (al oxxo, pero así no se oye muy bien) y observo a la gente. Un chavo barbudo me mira desde la otra acera y, desvergonzadamente, me hace un gesto con la boca, algo vulgar para esta hora del día; una niña grita divertida desde su bicicleta y pasa a mi lado tan rápido que provoca que el aire alborote mi cabello; los autos pasan velozmente por la calle, algunos pitan, otros sólo siguen su rumbo; un perrito callejero corre con la cola entre las patas, al oír el ruido que provoca el bote que estaba oliendo al caer al suelo; una señora algo canosa y vestida extravagantemente, camina hacia mí, por segundos me hace creer que no desviará sus pasos ni un poquito y chocará conmigo, pero no, pasa justo a mi lado y me sonríe con esos dientes pequeños y amarillentos de antigua fumadora.
Yo continúo caminando. Unos metros después sigo contagiada de la felicidad genuina que me mostró esa mujer.
Pensé que estaba loca. Estaba demasiado arreglada, su labial era muy rojo y su mirada no decía mucho. Su sonrisa me convenció de su locura y me contagió su felicidad.
Ahora, yo seré la loca que sonría a algún extraño más y le contagie la alegría de caminar tranquilamente por la calle.
Esta es la parte de caminar que nos beneficia… ¡Qué quema de calorías ni qué nada!

sábado, 2 de octubre de 2010

El pensamiento del mes...

Cuando me canso de escuchar tu voz, escupo ideas. Me desespera no poder odiarte. La solución a mí nostalgia es tu nostalgia y eso, simplemente, ¡me caga!
Estás lejos y siento que mereces eso y más; estás cercano o, peor aún, a mí lado y pienso que te quiero mucho; que te quiero proteger; que no quiero que nadie te lastime, mucho menos yo...
Quise controlar mis pensamientos con sentimientos, y mis sentimientos con sensaciones, pero no, no lo conseguí.
¡A quién le importa! Déjalo ya, no sufras -le dice la yo pasional y espontánea a la yo que medita, que sopesa y que ama.
¡Lo quiero mucho! no es su culpa -le contesta ésta última.
El problema es que estas dos no se ponen de acuerdo y yo, yo estoy hecha un lío como para decidir.

miércoles, 4 de agosto de 2010

La manecilla se detuvo en el 12


Tal vez debí quedarme callada. Quizá debí esforzarme por no gritar la frase que se escapaba por mi boca. Pero hablé.
Miré el reloj impacientemente y, cuando la manecilla me indicó que el día siguiente había comenzado, hablé.
"Me tienes harta" fue la frase que brincó mis dientes, escapó de mis labios y se estrelló en las paredes de la habitación.
Y, entonces, todo se terminó... Adiós, para siempre, adiós.

jueves, 29 de julio de 2010

Ojalá que el lunes nunca llegue...*


Creo que tenemos un problema con los lunes. Aunque, pensándolo mejor, tal vez el problema no sea con los lunes, sino con los comienzos.
La semana empieza el domingo, pero eso parece no importarle a nadie: el lunes es el primer día de la semana que trabajamos o que vamos a la escuela, entonces ese es el primer día de la semana.
Tenemos un problema con los comienzos. Lo tengo yo y lo tienes tú, lo tiene la sociedad en general (porque excepciones seguramente sí hay).
Una vez oí que los gordos que siempre serán gordos, empiezan sus dietas y su rutina de ejercicio los lunes y seguramente el miércoles ya han perdido el entusiasmo... jeje.
En fin, siempre intentamos postergar los comienzos... pongamos por ejemplo al que quiere hacer dieta: es miércoles o jueves y piensa "ya no tiene caso que empiece la dieta a media semana, mejor el lunes" y así, se la pasa todo el fin de semana aprovechando sus últimos días de gula. ¿porqué el lunes? ¿porqué no el mismo día que se le ocurre?
Eso debe ser un truco más del sistema, ¿no? jajajaja
Y para no romper la tradición, y no defraudar al sistema que cree en mí, intentaré postergar mi entrada a clases (el próximo lunes), y digo "intentaré" por decir "maldeciré todo el fin de semana, esperando que el lunes nunca llegue"... aunque todos sepamos que es inevitable, ¿o no?

*Sí, éste es un post sin mucho sentido, es más, ni siquiera tiene forma, así: una introducción, un clímax y un final (intento hacer eso en mis posts, aunque no lo crean)... pero ya tenía mucho que no publicaba nada nuevo y no quería que nadie pensara que había muerto o algo así... además es mi blog y puedo hacer lo que quiera con él.

sábado, 24 de julio de 2010

Soñé

Soñé que volaba... salía de aquí y me iba tan lejos que ya nadie ni nada me alcanzaba.
Soñé que era tan libre que me confundía con el viento que mueve las hojas.
Soñé que ya nada me ataba a este mundo... lo que me hacía invencible.
Mi cuerpo se posaba donde mi mente deseaba.
Pude ver la inmensidad del oceano durante la noche,
observé el momento en que el cielo y el mar
se mimetizan en un negro tan intenso que provoca miedo y respeto...
...profundo respeto.
...pude oler la sal y oir el retumbe de las olas...
...pude hundirme en el fondo del oceano y ser una con el agua...
Me dejé llevar por la marea,
me dispersé entre kilómetros y kilómetros de mar abierto...
...hasta que desaparecí por completo.
Ahí terminó mi sueño.
Y desperté con unas ganas tremendas de perderme y volar...
...volar como el viento...

domingo, 6 de junio de 2010

Así será

Anoche lloré mucho. Probablemente, lloré lo que no he llorado en estos días que han estado llenos de tantas cosas y a la vez tan vacíos. Escribí un mensaje de 12 páginas que, por supuesto, no envié. El mensaje sigue en mis borradores y, cuando vuelva a sentir un poco más de valor, lo enviaré. Después, seguramente, me arrepentiré, pero me daré cuenta de que era necesario enviarlo y pensaré que ya nada puede hacerse.

lunes, 17 de mayo de 2010

Que alguien me explique


Me pregunto qué es lo gracioso y atrapante de las telenovelas ¿porqué los protagonistas pasan de llorar amargamente y a moco tendido a ser la pareja heterosexual de gente bonita más feliz de universo?
Y me lo pregunto, no porque dude de la existencia de este tipo de cambios anímicos tan radicales, sino porque en verdad no entiendo, simplemente no entiendo. Tal vez haya algo en mí que está mal, algo que debía "activarse" en mi infancia y que, por alguna razón que desconozco, no se activó o yo qué sé, tal vez sólo soy rara. Pero es que de verdad no entiendo.
Después de preguntarme a mí misma y a uno que otro pobre que pasaba por ahí en alguno de mis momentos de reflexión, cuál es el chiste de las telenovelas, decidí que lo mejor era intentar explicarle al mundo qué es lo que no me cuadra de estas novelitas de popó.
Aquí voy. Comenzaré relatando brevemente la historia básica de estos programuchos:
Mujer pobre, honrada y muy bonita que se enamora (así de repente, tal vez por arte de magia) de hombre rico, guapo y con una familia horrible que sólo se interesa por el dinero. El mundo entero hace lo que está en sus manos para separarlos pero, al final, el amor triunfa y los protagonistas se casan. Los malos reciben su merecido y el director de la telenovela nos deja ver, con unas imágenes de gente sonriendo y niños jugando, que los buenos serán felices por siempre. [Algunos detalles pueden variar ligeramente de novela en novela]
¿Lo notaron? La historia tiene tres partes: La primera, cuando los protagonistas se conocen y se enamoran. La segunda, cuando todo el mundo intenta separarlos. La última, cuando el amor vence y buenos y malos reciben su merecido.
Si se fijan, verán que la primera y la tercera parte, que en teoría son las más agradables, ocupan solamente el 10% de la telenovela. El otro 90% es de sufrimiento, dolor, gemelos malvados, humillaciones, secuestros, puestas de cuerno, etc.
Yo no sé ustedes, pero no entiendo cómo es que los protagonistas se enamoran tan apasionadamente uno del otro, si ni siquiera viven cosas buenas y divertidas, nunca comparten su felicidad, ni pasan una tarde completa disfrutando de la compañía del otro, no salen a bailar o a caminar, no bromean, etc. ¡No mamen! No tienen absolutamente nada en común, ni edad, ni pasatiempos, ni amigos, ni gustos musicales... ni ¡nada! (Ah, perdón, sí tienen algo en común... su ¿amor?... Bah ¡basura!). Estos pobres se la pasan defendiendo su amor, pero nunca creándolo (o lo que sea que se hace cuando las personas se enamoran).
Además, en las novelas, todos lloran y sufren amargamente. Y no es que yo diga que eso no pasa en la vida real, pero es que yo creo que eso no pasa todo el tiempo.
Al menos yo, me la paso bien casi siempre. Es verdad, a veces estoy triste, enojada, estresada o "ameliosa", pero algunas veces, no todo el tiempo.
Las novelas me irritan, ¿se han dado cuenta del mensaje que transmiten?: 
Todo en esta vida es sufrimiento y dolor, todos estamos frustrados y somos infelices con nuestra vida, no te preocupes, es normal que te sientas así. Cuando quieres algo y no lo consigues, seguramente es culpa de alguien que no quiere que seas feliz. Algún día vas a encontrar a una persona que se enamorará ciegamente de ti en el mismo instante en que te vea y te querrá tal y como eres.
Jajaja... ¡qué flojera!
Como les decía, no entiendo porqué a la gente le gusta ver esos programas. Si tengo una tarde libre, al menos yo, no quiero pasármela viendo como sufren y se odian dos o más familias completas.
Pd. No es por presumir, pero en este momento estoy viviendo la parte de las novelas que nunca pasan en la tele. La parte en la que los protagonistas salen, se conocen, se conquistan, se ponen nerviosos, se viven y se disfrutan uno al otro... y todo eso que supongo que a los directores de las telenovelas les parece muy bonito y alegre como para pasarlo en la TV.

viernes, 7 de mayo de 2010

A la mitad de la calle


Ayer lo vi pasar pero no lo saludé. Me detuve un momento para observarlo mejor. Me dio gusto verlo así, justo como lo recordaba: con la mirada perdida, la nariz arrugada por su sonrisa, el cabello alborotado y sus dedos sosteniendo un cigarro.
Me sentí algo ridícula cuando reaccioné y me descubrí parada a la mitad de la calle con una sonrisa enorme. Sonreí porque lo recordé a él y eso hizo que mis cadenas de pensamientos me llevaran a todos lados.
Recordar es una manera de perder el tiempo... y a mí me encanta perder el tiempo ¿quién chinga'os dijo que no sirve de nada? Todos deberíamos perder el tiempo de vez en cuando. Es en extremo beneficioso, a mí, por ejemplo, ayer me hizo muy feliz. 
Fui feliz porque recordé las locuras de mi prepa y mis secundarias... mi primer beso... mis caídas de culumpios y de ánimo... las pintas de la escuela... la sonrisa de mi abuelita, los buñuelos de mi abuelito y la fortaleza de mi abue... las pláticas nocturnas con mis hermanos... las tardes de bicicletas y cuentos de terror... las mejores borracheras y sus respectivas crudas endemoniadas... las bromas más cagadas y geniales... los campamentos donde gritabamos a la luna... las cercanas estrellas de algún viaje de mota... los atardeceres en la playa con mi familia nayarita...  esa tarde en la que un libro y algunos suspiros me mostraron lo que hay bajo los caparazones... 
...y todo eso que, hoy y siempre, me hará sonreír parada sola a la mitad de la calle.
Si algún día escribo mi autobiografía, esas serán buenas páginas.
;)

lunes, 3 de mayo de 2010

Frente al espejo


¡Ajá! ¡Te atrapé!
Ya no finjas, ha perdido sentido que lo intentes.
¿Cómo es que no lo noté antes?
Hay pistas por todos lados:
¿Tu boca? no deja de sonreir   (...)   ¿su sonrisa? busca tu boca   (...)   ¿tus ojos? quieren mirar sus ojos   (...)   ¿sus ojos? encuentran los tuyos   (...)   ¿tu mente? lo recrea cuando se aleja   (...)   ¿tu ausencia? hace crecer su deseo   (...)   ¿tu piel? espera sus caricias   (...)   ¿sus manos? no quieren dejar de acariciarte.

Eres tan terca... ¿todavía intentas negarte a ti misma que lo quieres?
Ya lo sabía yo, todos los corazones son iguales y el tuyo no tenía porque ser una excepción.
Acéptalo ya, ¿qué esperas?
No lo niegues y menos ahora que acabo de atraparte con las manos en la masa.

sábado, 24 de abril de 2010

Hoy... y mañana también

...Y entonces, me dan ganas de mandar todo a la mierda y decirle a  esos reprimidos que ya dejen de molestar. Pero me aguanto, porque pienso que no tiene caso discutir con la pared.
Pero ya lo pensé mejor: si me callo porque no tiene caso discutir con la pared, entonces ¿quién es la pared? Creo que aguantarme y callar también es parte del problema.
Por eso, hoy no me voy a callar...
¿Cuál es el problema con... las preferencias sexuales, por ejemplo? Me da igual si a mi vecino(a), mi primo(a), mi amigo(a) o a algún(a) extraño(a) le gustan los penes, los senos, las vaginas o los anos (o todos o ninguno o sólo alguno), porque al final, les guste lo que les guste, seguirán siendo mis vecinos, primos, amigos o desconocidos. Mientras no lo hagan conmigo, me da igual lo que les gusta hacer bajo las sábanas... ¿por qué habría de sentir que tengo el derecho de decidir u opinar sobre la sexualidad de otros? Y lo digo porque no entiendo a aquellos (muchos, por desgracia) que les importa tanto lo que se hace en las camas ajenas como para  apoyar leyes cuyo único objetivo es reprimir y discriminar. Bueno, la verdad es que sí entiendo, lo hacen por reprimidos, no hay más. (¡Qué lástima! Seguramente nadie les dijo que -haber sido chingado no es excusa para chingar-).
Otro ejemplo:
¿La vida de quién defienden los que están en contra de la legalización del aborto? ¿la del niño que nacerá en un hogar donde no es deseado o que ni siquiera tendrá un hogar? O tal vez defiendan la vida de la pobre mujer que, por la razón que sea, no desea tener hijos, pero que gracias a una estúpida ley se verá obligada a sufrir 9 meses de cambios hormonales (que no es poco), pies hinchados, rechazo social, problemas económicos... horas o días de trabajo de parto (no necesito describirlo, ¿o sí?)... además de unos 20 años de romperse la espalda trabajando para alimentar a un ser que, desde el principio, ni siquiera deseó. O ya sé...  tal vez defiendan la vida de un montoncito de células que vale mucho más que cualquier mujer (para mí es sarcasmo, pero para nuestra sociedad misógina, no estoy tan segura).
No creo en el infierno, pero cuando pienso en todos esos empresarios, gobernantes, "religiosos", asesinos, violadores y narcos (ay perdón, creo que abusé de los sinónimos) que con la más descarada y repugnante impunidad aprueban leyes, firman convenios (que sólo a ellos convienen), despiden personal, violan y matan mujeres (no sólo en Juárez), asesinan, humillan y violan a otros sólo por ser homosexuales o mujeres o indígenas o niños o pobres o lo que sea que crean que los justifica o que los hace menos culpables por ser su víctima alguien "sin importancia", inventan "pandemias", desvían fondos, exterminan pueblos enteros, suben los precios de todo, etcétera... me pongo a desear con todas mis fuerzas que exista el infierno y que se pudran en él todos ellos. Y no sólo cometen atrocidades, sino que además ni siquiera intentan cubrirlas... las restriegan en nuestras caras y se burlan de nuestra estupidez. Estupidez, sí. Porque no nos hemos dado cuenta de todo lo que hacen  y, peor aún, no entendemos el poder que tenemos como pueblo.
Porque somos más, jalamos más parejo ¿por qué estar siguiendo a una bola de pendejos que nos llevan por donde les conviene? y es nuestro sudor lo que los mantiene, los mantiene comiendo pan caliente, ese pan que es el pan de nuestra gente.
Y es que esta canción de Molotov no le queda solo a los mexicanos, le queda a toda Latinoamérica, le queda a África, le queda a Asia... le queda al mundo.
Lo triste es que quien se enoja, quien alza la voz y reclama... es recibido con gritos (en el mejor de los casos), con gases, con rejas o con balas.
Pero aún así, el esfuerzo que hacen muchos es grande, ni qué negarlo. Unos con pegotes, otros con pancartas, otros con su propia voz y otros más con sus cuerpos como barreras... pero todos defendiendo, no ofendiendo (eso que quede muy claro). Y, aunque las voces son distintas, los pasos llevan ritmo diferente y las manos y caras son de diversos colores... a su manera, todos gritan lo mismo: ¡Ya basta!
Ojalá todo fuera lindo, ojalá no hubiera personas muriendo de hambre, ojalá cesaran los gritos de las mujeres siendo torturadas, ojalá no se creyera que la heterosexualidad es una obligación (yo creo que es sólo una opción), ojalá no se pusiera en duda que sólo yo decido por mi cuerpo y sólo tú decides por el tuyo... ojalá... ojalá...
Ya varias veces me había preguntado para qué sirve pensar en la utopía, si sólo es eso, utopía... no había encontrado una buena respuesta, hasta hace poco...
La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se recorre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.
Eduardo Galeano (Periodista y escritor uruguayo)
Ni hoy ni mañana pienso volverme a aguantar las ganas de gritar, exigir y pelear por mis derechos y por los derechos de otros... No te aguantes las ganas tú tampoco. ¡Por favor!

...Y ahora, cuando me dan ganas de mandarlo todo a la mierda, de alzar la voz y gritar que ya estuvo bueno, que ya basta... lo hago. Pero exigir no es suficiente... también hace falta actuar.
Hoy mandaré todo a la mierda... hoy gritaré con fuerza... hoy haré algo para lograr un cambio real... hoy respetaré al que es distinto a mí... hoy exigiré respeto... hoy publicaré esto para que alguién más lo lea... hoy seré la dueña de mi cuerpo... hoy... y mañana también. 

lunes, 12 de abril de 2010

De publicar y otras tentaciones


A veces me pregunto que pasaría si un día me decidiera a hacer TODO lo que se me antoja. Sí, todo. Desde las cosas más insignificantes hasta las decisiones que podrían cambiar mi vida.
Otras veces, cuando tengo un poco más de tiempo, imagino que pasaría si hiciera eso toda una semana, un mes o incluso toda mi vida.
Esa "vida alternativa" que crea mi imaginación, no siempre resulta ser la mejor. De hecho, la mayoría de las veces termino siendo una drogadicta sin hogar o un ama de casa con problemas de autoestima...
Jajaja... no, no es cierto, nunca es tan grave. Pero la verdad, es que estoy casi segura que no sería la mejor manera de vivir.
Es cierto, me gusta complacerme y a veces demasiado. Hago cosas impulsivas y excéntricas de vez en cuando (algunas son más impulsivas que excéntricas y otras al contrario).
¿Un ejemplo?
Pues de repente me entran unas ganas tremendas de saltar y si estoy en clases o en la cola del banco o caminando por la calle... pues ya qué... salto de cualquier modo. Y sí, la gente me ve raro, muchas veces se aleja de mí y muchas otras sonríe conmigo. Supongo que las ganas de saltar no son tan grandes como las ganas de ver la cara de las personas cuando lo hago. Deberían probarlo es tan divertido.
Pero no siempre son ganas de saltar, también de reír, llegar y presentarme muy formalmente, bailar, cantar, recitar un poema, hablar sobre mis clases de fonética... Bueno, bueno, al menos para mí sí es divertido.
Entonces, ¿qué pasaría si hiciera todo lo que se me antoja? y me refiero no sólo a las cosas inofensivas, como saltar, sino también a las cosas que, mínimo, me provocarían una cruda moral.
A veces me dan ganas de publicar (postear) algunos borradores que tengo guardados por aquí y por allá. Escritos con muchas indirectas y algunas directas (o, más bien, al revés), muy depresivos, muy lanzados, muy aburridos, muy personales o muy sexosos.
¿Qué pasaría? Pues no lo sé y tampoco lo sabré. Prefiero no arriesgarme, no quiero terminar viviendo en la calle ni llorando a solas mientras lavo los trastes. Así que por los siguientes,  no sé, digamos "dos o tres años" (hasta nuevo aviso), no haré nada demasiado loco.
(Nótese que dice demasiado, no muy)

lunes, 5 de abril de 2010

La culpa es de las bugambilias


Me caí. Estaba caminando distraída por el olor a bugambilias podridas que había en el ambiente. Intentaba descubrir primero que producía ese olor tan familiar, cuando lo supe, intenté encontrar las flores marchitas y aplastadas en alguna parte del suelo, bajé la mirada y busqué. Primero busqué en la banqueta por donde caminaba, luego más allá, cruzando la calle, más lejos aún... más lejos... nada.
Entonces, como decía, me caí. Y todo por buscar ese rosa oscuro casi negro en el suelo.
Y como buena seguidora de filosofías baratas, intenté encontrar la parte buena de mi maldita caída. ¿El dolor en la rodilla? No, eso no es bueno, nada bueno. ¿La lección: mira siempre por donde caminas? No, eso tampoco, qué flojera mirar siempre.
Piensa, piensa, piensa. ¡Lo encontré! ¡Encontré lo bueno!
Resulta que soy muy chupable. Mi sangre es deliciosa, la recomiendo.

jueves, 1 de abril de 2010

Recordé y sonreí


Cuando yo era niña las noches olían a gelatina. Sí, tenían un olor dulce casi imperceptible.
Jugábamos a los encantados, a las escondidas y a la roña encuatada en medio de unas hermosas noches con olor a gelatina.
Hoy lo recordé y sonreí.
 

lunes, 22 de marzo de 2010

Fantaseando en la universidad



Hace un rato, Andrea volteó a verme y muy seria me dijo: "Deberíamos escribir cuentos así, hasta podríamos hacer una colección". Después de decirlo, sonrió.
En clase, todos discuten sobre las diferencias y las relaciones entre intertextualidad y metatextualidad.
"Genette nos habla de la metatextualidad como otra forma de intertexto" dice la maestra con un tono de intelectual que da risa. Todos hablan: que Cortázar, que las novelas, que la metaficción de no sé qué autor, que Fillola, que la construcción del Yo, que Sánchez Corral, que Pedro Páramo, que tú y que yo, que sí y que no. ¡Caray, qué flojera!
Yo sólo pienso en los cuentos que decía Andrea, me río sola imaginando las locuras que ocurren en ese universo paralelo de -Cuentos perversos de hadas-. Sí, perversos.
Perverso, perverso, perverso. La palabra resuena en mi cabeza. Me divierto imaginando la cara que pondrían todos esos mochos que dicen que Ibargüengoitia escribe cuentos "comprometedores".
Ahora, esta etiqueta de "perverso" suena ridícula en mi cabeza. ¿Qué es perverso? ¿Perversión equivale a enfermedad o a libertad?
Me divierto dándole rienda suelta a mi imaginación: Blancanieves enamorada de su madrastra o teniendo sexo salvaje con los siete enanos, la abuelita de Caperucita Roja fantaseando con el lobo, la Bella Durmiente convertida en la Bella Ponedora, Bella y Bestia teniendo sexo (tal vez de "perrito"), Pinocho provocando incendios (por eso de la fricción y la madera), Hansel y Gretel fumando mota y hasta los príncipes de Cenicienta y Sirenita poniéndole a escondidas de sus esposas mustias.
Jaja. Perdón, creo que soy algo vulgar, tal vez hasta estoy ofendiendo lo más sagrado de su infancia, pero es que en verdad no puedo evitar pensar en lo gracioso que sería todo esto.
Los más recatados dirán que esta clase de "deformación" de las historias infantiles es algo horrible y hasta peligroso (por aquello de que los niños se traumarían), pero eso a mí no me importa...
Estoy harta de oír las teorías de Fillola y de Genette sobre el intertexto discursivo y el intertexto lector, así que un descanso de estos tipos aburridos no me está viniendo nada mal. Ahora hasta estoy sonriendo en esta maldita clase. Jaja.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Zapatitos que hablan


Lo acepto. Me encantan los zapatos. Soy adicta a ellos. Sin embargo, no soy de esas que tienen el clóset lleno de sus cajas; tampoco de las que observan embobadas desde la calle las vitrinas de las zapaterías.
El encantamiento se produce en mí de otra manera. Yo amo a los zapatos cuando alguien (quien sea) los está usando. Sí, eso resume todo.
Los zapatos pueden decir muchas cosas de sus dueños, pueden hablarnos de su edad, empleo, género, clase social, etcétera. Pero esos datos estadísticos y absurdos tampoco me interesan.
Yo sólo observo los zapatos con atención para entender lo que ellos quieren decir. Por decirlo de otro modo más aburrido (también menos inocente), imagino historias sobre ellos.
Los protagonistas de estas historias son, por supuesto, los zapatos. El dueño es sólo un personaje secundario más.
Los hay de todos tamaños, colores, texturas y antigüedad. Pueden ser tenis, sandalias, huaraches, botas, zapatillas, mocasines, pantuflas y más.
La próxima vez que veas zapatitos por la calle, en el salón de clases, en el trabajo o en el autobús, date la oportunidad de escuchar sus historias... ¡Verás que tienen mucho que decir!

lunes, 15 de febrero de 2010

¡Ya creo!


Titubeando, me acerco. Estoy indecisa, pero no por no saber lo que quiero.
Todavía lo miro a los ojos por una milésima de segundo como preguntando ¿Lo vamos a hacer? Él parece entender lo que pienso y me hace un gesto con la cabeza. La respuesta es clara: sí.
Ya sin titubear, me acerco un poco más, acomodamos nuestras caras y ya está. Nuestros labios se tocan, se conocen. Siento sus labios acariciando los míos suavemente. La punta de mi lengua a penas toca el ápice de la suya; se desean, algo las junta, las atrae pero no se atreven a salir. Sus labios atrapan los míos con delicadeza, los sienten, los saborean sin prisa; mis labios hacen lo propio. Su saliva tibia hace que olvide, su boca sabe mejor que todo.
Segundos de nada más que nuestras bocas, no existe el mundo, no existe el cielo, no existen los sentimientos, no existe nada; sólo dos bocas que se encuentran, que se acarician, que se saborean. Todo está sincronizado, juntos cuando lo deseamos, separados cuando lo necesitamos.
Ya creo en la telepatía.

domingo, 7 de febrero de 2010

El jardín está repleto

To say that you are cute (...and pretty... and funny...), would be like saying that a strawberry is sweet, 'cause a strawberry has secret flavors...* 
Las fresas no son sólo dulces, pueden tener sabores filosos, lejanos, profundos, recurrentes, suaves, además de un etcétera inagotable y, por lógica, indefinible.
Parafraseando a Paul Baribeau, me atrevo a decir que las personas (así como las fresas :P) no se pueden describir en su totalidad. 
Una sola persona tiene un número enorme (realmente enorme) de características, de detalles que la hacen única. Y estas marquitas de individualidad, no sólo hacen única a cada  persona, también la hacen pertenecer al género humano, la hacen ser lo que todos somos.
El número de personas en la tierra aumenta incesantemente. Los detalles que hacen únicas a estas personas son, entonces, incalculables. Somos diversidad. La belleza y la complejidad humana radican en esa diversidad, sin ella, no somos nada.
Somos como fresas, todos y cada uno.
Todos los días soy testigo mudo de la belleza de las personas, de sus detalles, de sus particularidades que se esconden tras las sonrisas y las miradas. Ya capté algunos sabores, pero sigo tratando de percibir otros.
Toda mi vida y apenas estoy comenzando a ver la pequeñísima punta del iceberg de fresas.
Simplemente emocionante, ¿no lo crees?

 * Fragmento de Strawberry de Paul Baribeau.

domingo, 24 de enero de 2010

Un año...

Hoy, después de un año, no tengo ganas de escribir... hoy sólo quiero recordar.
How could I forget, the day that he didn't die
How could I
Forget
There's no way
I could forget him, or ever forget the day
There's not been a day, one hasn't gone by
When I don't think about the day he didn't die
Oh, I really miss him, he would have loved this, I hope he can hear me... I really miss him, he would have loved this, I hope he can hear me.
Hasta siempre.

sábado, 2 de enero de 2010

Busqué y encontré el mejor de todos, lo sé


Sí, como lo sospechaba, muy en el fondo, debajo de todas esas cosas que en realidad no importan, había una razón. Puedo asegurar que esa era. Así es: había, era. No más: hay, es. Se acabó.
Aprendo cosas nuevas todos los días, pero en los últimos he aprendido mucho más sobre este tipo de amor (el más importante, ahora lo sé) que durante toda mi vida.
Y qué bueno. Esta verdad no pudo llegar en un mejor momento de mi vida. Ya sé que no todo está saliendo bien, pero a quién le importa eso, si yo siento que está saliendo aún mejor.
Ja. No, no es psicología barata. O tal vez lo sea, pero ahora puedo asegurar y comprobar que en esa "psicología barata" encontré el tesoro más grande e inagotable de todos.
¡Qué ganga!